Viajar con una niña con autismo por El Mundo a Nuestro aire


Ellos son María, Damián, Olivia y la pequeña India y tal y como ellos mismos se definen, son de esas personas que, por suerte cada vez más habituales, les encanta viajar en familia.

No obstante, tienen algo que les hace más especiales todavía, y es que, su hija mayor, Olivia, tiene Trastorno del Espectro Autista (TEA), que aunque leve, le afecta a cómo se relaciona con su entorno y cómo aprende.

Aun así, os podemos afirmar que esta familia no ha parado de viajar con sus dos hijas. Por lo que si queréis saber más sobre su experiencia, ¡os recomendamos seguir leyendo!

¡Empezamos!


¿A qué edad descubristeis que vuestra pequeña tenía autismo?

Resulta que Olivia empezó en la guarde y, aunque sabemos que cada niño tiene su ritmo, resulta que las comparaciones son odiosas pero inevitables.

Había cosas en nuestra pequeña que no se desarrollaban al ritmo habitual y otras que no lo hacían en absoluto. Así que, después de consultarlo con sus profesoras y ver que ellas habían observado lo mimo que nosotros, decidimos buscar una valoración profesional y a los pocos días de cumplir los dos años nuestras sospechas se confirmaron, Olivia tiene TEA.


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¿Habéis tenido que informaros o preparaos para viajar con una niña autista?

Lo primero que hay que tener en cuenta cuando hablamos de TEA es que se trata de un espectro, eso significa que la variedad de manifestaciones y niveles de afectación es tan grande que el abanico de posibilidades es infinito.

No hay dos personas con autismo iguales. Digamos que es un mundo de extremos, encontramos personas con discapacidad intelectual severa o auténticos genios, personas con una acusada sensibilidad sensorial y otras con leves “manías”, personas a las que salirse de su rutina les provoca tal nivel de estrés que pueden sufrir fuertes crisis y otras que se adaptan a los cambios sin ningún tipo de dificultad.

En los casi tres años que han pasado desde el diagnóstico, hemos trabajado mucho con una pedagoga estupenda que ha ayudado a Olivia a avanzar muchísimo, ampliamos la familia con la llegada de la pequeña India y hemos seguido viajando.

Desde el minuto uno en el que supimos que íbamos a ser padres, decidimos que en la medida de lo posible no dejaríamos de hacer lo que más nos apasiona, viajar.

Eso hizo que desde el mismo momento en que Olivia llegó a casa enfocáramos su crianza a que pudiera viajar con nosotros. Acostumbrarla a cosas como a dormir con ruido, a sabores peculiares, en definitiva, a venir con nosotros a todas partes y no nos costó demasiado. Y así, con 13 meses, se vino con nosotros hasta la otra punta del mundo. Fueron 30 increíbles y maravillosos días por Indonesia. Ese fue su primer viaje largo en avión, en el que nos fue todo de maravilla. La única preparación fue una mochila con su comida, su leche y por supuesto su muselina (el tacto de esa gasa a día de hoy sigue calmándola cuando está nerviosa). Pero ahí todavía no sabíamos nada.

El diagnóstico coincidió con el embarazo, la llegada de India y con una mudanza así que, esa temporada estuvimos tranquilos. El primer viaje que hicimos post diagnóstico fue cortito, fuimos a Granada desde Mallorca a ver a la familia y como le gustan los aviones y de sus primeros vuelos no se acordaba, le hizo mucha ilusión y sin problema.

También probamos con un road trip por Francia y nos lo pasamos fenomenal. Así que, como la cosa fue bien, al poco tiempo empezamos a plantearnos el volver a viajar lejos. Esta vez si tuvimos ciertas dudas, ya íbamos con dos peques, que habíamos notado cierta sensibilidad a ruidos muy fuertes que más que una crisis le provocan cierta desorientación y con los avances en el desarrollo de Oliva digamos que también creció la intensidad de sus reacciones.

Dejemos claro que esas reacciones no son muy distintas que las de cualquier otro niño solo que la dificultad para expresar sus necesidades y sentimientos hace que sus pataletas puedan ser más intensas como única salida a la frustración.

-¡No podréis!
-Se lo haréis pasar mal.
-¿De verdad que esto es necesario?

Son solo algunas de las cosas que tuvimos que oír pero teniendo en cuenta que el primer en viaje largo que hicimos con la nena no tuvimos ningún problema, nos animamos a seguir con nuestros planes.

También lo hablamos con su terapeuta y nos habló de la anticipación. Explicarle a donde íbamos a ir, ya que, lo que nos podríamos encontrar le podía dar tranquilidad.

También nos tocó a nosotros como padres mentalizarnos de que podíamos pasar cientos momentos de apuro y que deberíamos afrontarlos con la mayor calma posible. En eso no hay diferencia con cuando estamos en casa.

¿Cómo fue el primer viaje en avión?

Sus primeros viajes en avión nunca tuvimos problemas, como cualquier otro niño/a su chupete para que no le molestaran los oídos y su inseparable muselina y el primer viaje largo no fue muy distinto.

Volamos con lo que llamamos la mochila despensa y es que, a nadie le gusta la comida de los aviones (y a los niños menos) así que siempre vamos con una mochila con comida, snaks, leche, lo que viene siendo el kit completo.

Además ahora que es más mayorcita y ya puede llevar su propio equipaje de mano. Ella lleva una mochilita con cosas para pintar, algún muñeco y una tablet.

¿Soléis anticipar mucho los viajes con ella?

En nuestro caso, a pesar de viajar con una niña con autismo, anticipamos igual un viaje que un paseo cerca de casa. Le explicamos lo que vamos a hacer y generalmente no solemos tener problemas.

El último viaje que hicimos fue a Asia y la historia fue algo así como: Cariño vamos a ir en avión y haremos muchas excursiones, iremos a la playa y veremos monos y elefantes.

En nuestro caso es muy sencillo, sabemos de gente para la que esta parte es un proceso mucho más complejo. En este día vamos a ir a tal sitio y haremos esto y lo otro y en tal otro día iremos a ver tal cosa. Esto deja poco margen para la improvisación pero permite viajar. Para otras familias salir de su rutina habitual es algo impensable.


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Una vez en destino, ¿cómo organizais las jornadas de visita?

En nuestro caso, aunque viajamos con una niña con TEA, no lo hacemos de manera muy diferente a como se organiza cualquier otra familia que viaja con niños.


Buscamos el equilibrio entre planes culturales y visitas y planes infantiles ya sea ir a un parque o a la playa. Para eso Bali nos lo puso muy fácil, los templos son enormes, los niños tienen bastante espacio donde moverse y además muchos tienen animales y eso a Oliva le encanta. También nuestro estilo de viaje nos permite buscar sitio donde relajarnos y solo disfrutar de estar juntos.

¿Qué tipo de destinos habéis abordado en familia? ¿Alguno complicado con Olivia?

En nuestro caso, viajar con una niña con autismo, no nos ha supuesto grandes complicaciones ya que, la flexibilidad y capacidad de adaptación de Olivia nos ha permitido ir a muchos sitios diferentes: hemos ido por España, hicimos un Road Trip por Midi Pyrenées y hemos estado dos veces en Asia.

Tal vez, lo momentos de más apuro los hayamos vivido en aeropuertos. Por ejemplo, en un control de seguridad empezó a gritar porque le quitaron el peluche porque lo tenían que pasar por la cinta pero, al avisar de que la niña que tenía TEA, se lo devolvieron rápido para poder pasar por el arco porque se había renegado.

En Berlín, cuando volvíamos de Tailandia, nos separaron en el avión, la nena ya estaba agotada y muy irritable y al explicarle a la azafata consiguió en un vuelo que estaba a tope poder reagruparnos. Y menos mal porque, habrían sido tres horas muuuuy largas para todo el mundo.

Desde vuestra experiencia, ¿consideráis que los viajes tienen beneficios positivos en ella y para
la cohesión familiar?

La verdad es que, a pesar de viajar con una niña con autismo, hacerlo con nuestra hijas solo nos ha aportado cosas buenas, y en ello, seguro que coincidimos con otros padres viajeros.

En el caso de Olivia, los viajes han conseguido que se abra mucho, que le pierda el miedo a la gente, que socialice con otras personas (a los asiáticos les encantan lo niños y les hacen muchísimo caso) o que se anime con algunas palabras en otros idiomas.

Hemos vivido momentos muy especiales como verla hacer amigos sin necesidad de hablar, ponerse un chaleco salvavidas y atreverse a cruzar nadando una cueva a oscuras para llegar a una playa o subirse al
escenario durante un concierto de reggae a tocar el djembe con el grupo.

También, los ha habido difíciles como ponerse a gritar y tirarse al suelo en en aeropuerto porque no aguantaba estar en la cola de embarque sin poderse mover, tener una rabieta en el control porque había que pasar el peluche por la cinta o negarse a hacer pis durante las trece horas de vuelo de Krabia a Oslo porque el ruido que se oía dentro del baño la agobió mucho. Sin duda lo bueno compensa con creces esos momentos de apuro.

¿Qué consejos daríais a otras familias que quiera realizar un viaje con un niño con TEA?

Somos conscientes de que, aunque viajamos con una niña con autismo, somos tremendamente afortunados ya que, Olivia, nos lo pone fácil.

Hay muchos casos en los que no se puede, ya sea porque no soportan las horas de aviones y aeropuertos, que el choque cultural es demasiado fuerte o directamente a causa de cualquier otra cosa que les afecte.

Hay que tener en cuenta que, yo acabo de contar una experiencia totalmente personal, basada en el autismo que padece la nuestra y como he dicho antes, no hay dos personas a quien el TEA afecte igual.

Si algún padre o madre me preguntaran les contestaría que, no hay nadie mejor que ellos para saber lo que su hijo puede o no hacer. Ellos sabrán si pueden o no arriesgarse. Puede que solo sea cuestión de un buen trabajo de anticipación. Y como con muchas cosas se trata de empezar despacito, hacer algunas excursiones, una escapada de fin de semana cerca de casa, un viajecito a algún sitio que no sea muy distinto. También es importante conocer sus intereses e intentar incluirlos en el viaje. Dinosaurios, aviones, animales, trenes…Como con cualquier otro niño, la perspectiva de incluir estas cosas puede ser un aliciente extra.

En conclusión, ¿se puede viajar con un niño con autismo? Sí, depende o no. En nuestro caso, rotundamente sí, además complementa sus terapias y le sienta fenomenal. ¿Qué si recomiendo viajar con una criatura con autismo? Si a los padres les gusta y en niño/a puede adelante, cada cual conoce sus gustos y posibilidades.

Como madre, siempre pienso que vivimos en un mundo lleno de horarios y obligaciones y el viajar nos otorga un tiempo donde todo esto desaparece y somos una familia 100% los unos por y para los otros. Pero siempre teniendo en cuenta que, tiene que ser un tiempo para disfrutar y pasarlo bien y como todo eso no es algo que se deba forzar.


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Desde Viajandodo agradecemos a Maria de El Mundo a Nuestro Aire por compartir su experiencia de viaje en familia con una niña con TEA.

Autora del artículo: María de @elmundoanuestroaire (Instagram) ; Maquetación por Lourdes Pérez (mamá tick-tack de www.viajandodo.com); tanto el texto como fotos son propiedad exclusiva de la cuenta @elmundoanuestroaire facilitadas bajo común acuerdo a Viajandodo.com con el fin de poder compartir su experiencia de viajar con una niña autista en nuestro blog. Queda, por tanto, prohibido cualquier uso o modificación de los mismos fuera del contenido de esta web ©.

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