The Windy Wanderers: la aventura de viajar en velero con un bebé


Desde Viajandodo os traemos el testimonio de otra familia viajera muy especial. Ellos son Jérôme, Meritxell y la pequeña Joyce de The Windy Wanderers ¡Y juntos han emprendido la aventura de viajar en velero con un bebé durante un año entero!

Una vez más, esta familia demuestra que no hay forzosamente límites para viajar con bebés y niños y que tomando las precauciones necesarias, es más que posible hacerlo. Si queréis saber la historia de esta familia excepcional seguid leyendo porque no encontraréis muchas historias de viaje cómo esta ¡Empezamos!


¿Cómo empezó la aventura de viajar en velero con un bebé?

A Jérôme, siempre le han gustado mucho los deportes náuticos y el mar y los ha practicado a lo largo de su vida. Antes de que naciera nuestra pequeña, vivíamos en París y la vida allí es algo caótica. Siempre corriendo de un lado para otro. Los dos trabajábamos mucho y ello afectaba a nuestra calidad de vida.

Por las razones anteriores, el embarazo ya no me fue nada fácil y el hecho de pensar que cuando Joyce naciera no íbamos a tener suficiente tiempo para disfrutar de ella, nos frustraba mucho. Cuando nació, nuestros temores se confirmaron. No conseguíamos compaginar vidas familiar y laboral. Si algo empezamos a sacar en claro de esta situación, es que ésta no era la vida que queríamos y que debíamos buscar una solución.

Antes de que naciera nuestra pequeña, compramos nuestro velero con el objetivo de algún día no muy lejano llevar a cabo este viaje. Y no obstante, una vez en el mundo, terminamos decidiendo que era el momento debido al conjunto de circunstancias. Yo dejé mi trabajo porque la situación me era de todas maneras insostenible, quería cambiar de vida independientemente del proyecto, y Jérôme se pidió un año sabático en el suyo.


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La preparación del velero fue larga y costosa. Puesto, que era un velero de segunda mano, rehicimos todo. ‘El refit’ (obras) tomó un año, de los cuales seis meses de retraso, más dos de arreglos finales tras haber navegado durante las vacaciones. Mi consejo es que todo el mundo debería probar el velero antes de hacer semejante viaje porque siempre hay ajustes que hacer.

Un velero puede dar muchísimos problemas y nosotros queríamos asegurarnos de que no íbamos a tener ninguno importante con nuestro bebé durante las grandes travesías. Y, ahora nos damos cuenta que, hicimos bien porque no hemos tenido hasta ahora ningún problema realmente importante y no pasamos mucho tiempo manteniéndolo.

De esta manera, embarcamos durante un año completo en la aventura de viajar en velero con un bebé y averiguar lo que nos iba a deparar la misma.

¿En qué tipo de velero habéis emprendido la aventura?

Pues concretamente, en un Cigale 16. Un barco muy rápido, seguro y fiable al mismo tiempo. Características que íbamos buscando pues, al viajar en velero con un bebé la seguridad es primordial. Nuestra inversión en este sentido ha sido ‘bastante monstruosa’. Os podemos asegurar que hay familias que navegan con mucho menos que nosotros en veleros más pequeños y menos equipados.

Este velero lo que tiene de particular es que, la parte del casco es toda de aluminio y permite que en caso de choque, no se abra un agujero. En nuestro barco, la cubierta y el caso están unidos conjuntamente y eso hace que cuente con una estructura monobloque más rígida en todos los sentidos. Y, a la hora de viajar en velero con un bebé, era el modelo que nos transmitía mayor seguridad.

El velero cuenta con dos lastres de 1.800 litros (2 x 900) construidos para un mejor rendimiento que hacen además que sea insumergible.

Además, hemos integrado otros elementos para reforzar la seguridad como: un enlace satélite Inmarsat con una conexión directa con un centro médico en Francia 7d/7 y 24h/24; un segundo piloto de competición más eficaz (nke); un software que calcula las mejores rutas para seguir en función del viento, del estado del mar y del rendimiento del barco; una red alrededor de la cubierta para que la peque no se caiga al mar (también es más seguro para los adultos). Además, por supuesto, de los elementos de seguridad clásicos como chalecos salvavidas adaptados para todos. Joyce lo lleva puesto sistemáticamente cada vez que monta en la lancha o a bordo del velero cuando las condiciones son peligrosas o inestables.

El velero tiene 16,5 metros de eslora, tres camarotes y diez camas sin contar los sofás. Tenemos mucho espacio para nosotros tres. La particularidad del Cigale 16 es que el espacio de vida está en la zona trasera del barco, algo único en un velero.

Para qué os hagáis una idea de hasta qué punto hemos pensado en todo a la hora de viajar en velero con un bebé, la totalidad de los muebles que hay su interior tienen esquinas redondeadas. Ello es un extra en seguridad no solo para la peque si no también para nosotros. Ya que cuando hay mucho movimiento o el velero se inclina demasiado no corremos el riego de clavarnos nada.


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¿Alguna dificultad a la hora de partir?

Pues, para ser sinceros, sí. Salimos con retraso porque tuvimos numerosos “aleas” que hicieron que no estuviéramos preparados para partir hasta noviembre. Al zarpar por primera vez en noviembre de 2019, tuvimos algunos problemas ya que, por un lado, a pesar de que los médicos y pediatras nos habían dicho que los bebés no se marean, la nuestra sí lo hizo. Y eso que ya había navegado antes, pero la única diferencia es que antes no andaba todavía. Por otro lado, nos encontramos con el mar mediterráneo super revuelto, además de numerosas borrascas. Por lo que nuestro primer intento de salida fue fallido ya que nos dio miedo, especialmente por nuestro bebé.

Decidimos quedarnos unos días en casa de los abuelos y poco después, Jérôme consiguió salir acompañado de unas personas que habíamos contactado a través de las redes sociales para acompañarle. No quisimos que Joyce hiciera esa primera parte debido al frío. El velero no está aislado y el tiempo que estuvimos viviendo en él antes de partir fue muy duro. Hacía mucha humedad y se metía hasta en los huesos. Pensamos que eso también habría contribuido a su mareo (hay cuatro factores que favorecen el mareo: el hambre, el cansancio, el frío y el miedo o estrés). Así que Joyce y yo embarcamos en Valencia, donde las condiciones debían de ser ya algo mejores para poder volver a probar con ella.

He de decir que durante varios meses, Joyce ha seguido vomitando todo lo que comía durante uno o dos días sistemáticamente cada vez que volvíamos al mar tras unos días sin navegar. Nada lo evitaba. Pero reaccionábamos cada vez con soluciones hidratantes y supositorios anti-vómitos y se le terminaba pasando. No hay muchas cosas que se les puede dar a los bebés. Lo más importante es que no se deshidrate, ya que es el mayor riesgo, y que esté tranquila. Sus mareos han ido evolucionando con el tiempo. Con climas más templados, vomitaba simplemente y se quedaba tan fresca. Hace unos días no parecía sentirse muy bien, estaba como desganada, pero no devolvió nada. La verdad es que nosotros tampoco estábamos muy allá, el mar estaba fatal. Así que vamos siempre atentos a las señales que va dando, vigilando y asegurándonos sobre todo de que beba y coma.

¿Cuál va a ser vuestro recorrido?

El plan inicial era llegar al Caribe desde Francia, recorrerlo y terminar en Estados Unidos. El viaje empezó en Port Saint Louis, cerca de Marsella. De allí fuimos bajando por el Mediterráneo haciendo diversas escalas como Valencia, Cartagena o Gibraltar. Una vez en Gibraltar, nos dirigimos hacia las Islas Canarias y luego cruzamos el Atlántico hasta llegar a Martinica, destino elegido tras un recorrido tan largo por una mayor facilidad en términos aduaneros y de aprovisionamiento.

Desde que estamos en el Caribe hemos navegado por Martinica, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y actualmente estamos en Barbados. El objetivo siempre ha sido y sigue siendo ir hacia el norte dirección Estados Unidos aunque no sabemos todavía qué islas visitaremos. Vamos improvisando, nos dejamos llevar por el viento y las oportunidades que se nos van presentando.

También deciros que, hemos tenido diferentes personas a bordo hasta Martinica. Aunque es una gran responsabilidad y no siempre es fácil, nos ha encantado compartir momentos con otras personas y que Joyce conviviera con ellos. Han sido personas de diferentes nacionalidades y con diferentes niveles de experiencia en navegación (incluida cero) pero que siempre han ayudado con la vida a bordo. Joyce siempre se ha llevado de maravilla y ha jugado con todos.

Tras llegar a Martinica, hemos estado navegando y viviendo solos los tres y por el momento tenemos previsto seguir en familia.

A partir de julio, tenemos que estar fuera de la zona de huracanes o nuestro seguro (como la gran mayoría de ellos) no nos cubrirá. Esta zona llega por el norte hasta Carolina del Sur por lo que hemos de estar más arriba para entonces.


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¿Alguna problemática con vuestro bebé y los destinos a visitar?

Hay varias problemáticas que a las que hemos de hacer frente en nuestra aventura de viajar en velero con un bebé:

  • Mosquitos: En las islas del Caribe el principal problema al que tendremos que hacer frente son los mosquitos. Allí, son susceptibles de transmitir enfermedades como el Zika, el Dengue o el Chikungunya entre otros. Lo que hacemos al respecto es evitar las zonas excesivamente infectadas, usar ropa clara, cubrirse en algunos casos y por supuesto usar repelente de mosquitos adaptados a adultos y bebés. Cuando fondeamos también estamos más tranquilos que cuando nos quedamos en puerto, ya que a esas distancias difícilmente llegan.
  • Tiempo: hace mucho calor y mucho sol en las islas y hay que vigilar para protegerla bien, no exponerla en exceso… sobre todo que hacemos mucha vida al aire libre. Y en el velero se añade la reverberación del agua.
  • Sistema de salud: Hay islas en la que ni existe y en otras deja qué desear. Hemos tenido la ocasión de probarlo en Martinica y nos quedamos alucinados. El médico ni siquiera oscultó a Joyce, no hizo ninguna pregunta básica como cuanto pesaba o que comía, le dimos el diagnóstico nosotros y él se limitó a utilizar Google y a enseñarnos imágenes un poquito ‘asquerositas’ para aquellos que no trabajamos en el campo de la medicina. En las farmacias cada vez que hemos preguntado algo no sabían nada. ¡Y todo eso es una isla perteneciente a un país como Francia! Por eso nosotros vamos muy preparados. Seguimos una formación médica intensiva de un fin de semana antes de salir. Llevamos un botiquín para todos los traumatismos preparado por un médico especialista además de todos los medicamentos que nuestros médicos habituales nos prescribieron cuando les hablamos del viaje. Podemos hasta coser. Y obviamente, hay una parte del botiquín dedicada a pediatría. Esta ya nos salvó una vez que le dio una alergia a Joyce por una razón desconocida y se empezó a hinchar muy rápidamente.
  • Abastecimiento: hay muchas islas en las que o no hay nada o prácticamente nada o es carísimo. Por eso, compramos muchísimas conservas en Martinica antes de irnos, pañales (lavables y no lavables) además de agua y todo lo que se puede conservar. Antes de empezar el viaje compramos también cremas, toallitas, pastas de dientes y otros productos básicos, además mucha comida para bebé para asegurarme de que a Joyce nunca le falte de nada aunque tuviéramos problemas de abastecimiento, que en función de lo que comiéramos a ella no le faltaban nutrientes y que me puedo llevar siempre algo encima cuando vamos a tierra por si tiene hambre ya que no sé si podré comprar algo en el momento en que le dé hambre ni el qué ni a qué precio.
  • Seguridad: robos o agresiones posibles tanto a bordo como en tierra. Intentamos ser discretos y no ir a los lugares peligrosos. Además, a bordo, a pesar de la red y otros mecanismos de precaución, hay riesgos con la peque que intentamos también evitar con reglas estrictas y vigilancia (un ejemplo de regla es cerrar la válvula del gas cada vez que terminamos de cocinar).

¿Os habéis preparado de alguna manera especial para este viaje?

Sabíamos que durante el viaje pasaríamos tiempo alejados de centros de salud, como durante la travesía del Atlántico o una vez en el Caribe. Antes de salir de viaje, Jérôme y yo hicimos una formación médica. La misma duró un fin de semana completo y aprendimos hasta lo básico para poder operar. La formación consistía en asistencia médica en lugares alejados, de Médidistance, una asociación de medicina en situación de aislamiento.

Nos enseñaron los gestos que salvan, como analizar los traumatismos y cada paso con la ayuda de un médico. Recomiendo seguir este tipo de formación a todos las personas que viajen a zonas donde no haya estructuras de salud convencionales. Diría incluso que todos deberíamos seguir este tipo de formación. Hay gestos que si los conocemos y aplicamos, pueden salvar una vida.

¿Y si ocurre algo mientras navegáis?

Por un lado, si algo bueno tiene Francia es que llamas al número 15 o a cualquier hospital general y en caso de accidente, te ponen en contacto con un médico competente para que te indique qué hacer. Nosotros llamamos a un médico conocido la primera vez que se mareó Joyce por ejemplo, durante el intento fallido de partida. De hecho, fue por lo que nos dijo que dimos media vuelta.

Para los marineros existe un hospital especializado, el CCMM de Toulouse (Centre de Consultation Médicale Maritime) al cual podemos llamar directamente desde cualquier lugar del mundo con el teléfono satélite y dándoles toda la información necesaria nos dicen que hacer, pueden también llamar a los CROSS (Centres Régionaux Opérationnels de Surveillance et de Sauvetage) si necesario para que vengan a asistirnos.

Los CROSS coordinan las operaciones de salvamiento en el mar y los hay repartidos por cada región marítima. Cuando estamos en el extranjero, si nos ocurre algo llamamos al CROSS Gris Nez, que es el organismo francés que coordina todas las operaciones con los CROSS de otras zonas y sería nuestro único punto de contacto.

Las condiciones para poder utilizar esos servicios es haber enviado un dossier médico y tener un velero con pabellón francés. Nosotros completamos y enviamos el de los tres y de todas las personas que han navegado con nosotros al hospital de Toulouse y a los CROSS Gris Nez.

Además, a bordo llevamos entre otros, una baliza que se activa si el velero se hunde y llama al CCMM y a los CROSS, un radar de survivencia de 8 plazas con agua y comida o un kit de supervivencia con por ejemplo GPS y teléfono satélite móvil ¡Vamos ultra-preparados!

Y por supuesto, a parte de todo esto hemos contratado un seguro médico de viaje con cobertura completa para los tres así como para el velero ¡cubriéndonos las posibles incidencias hasta en EEUU!


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¿Qué tal la peque y su aventura como mini-navegante?

Joyce es un bebé muy curioso y movido. Cuando tiene grandes espacios se los recorre enteros. Pero en el velero está como pez en el agua, es un terreno de juegos para ella y ha llegado a pasar 16 días encerrada en él sin ningún problema (durante la travesía del Atlántico). Hay muchísimas cosas con las que puede jugar, escala por todos los rincones, se recorre el pasillo de arriba abajo, pasa tiempo con nosotros, anda por cubierta y toma el aire… Ha ido desarrollando mucho el equilibrio y la agilidad. Y el entorno al aire libre con nuevos entornos así como la vida en el velero (tanto parados como navegando) ya sea los tres solos como con personas de otros países a bordo alimentan constantemente su curiosidad intelectual.

No siempre es fácil vivir y navegar a bordo de un velero con un bebé. Hay que tener mil ojos, tomar muchas más precauciones, la inversión ha sido mayor para garantizar su seguridad, se requiere una mayor organización, no tenemos la libertad de una pareja sin preocupaciones, tenemos que alternarnos si queremos hacer ciertas actividades y hemos de renunciar a otras. Navegar puede ser duro y peligroso en ciertas condiciones.

Si se le añade ocuparse del bebé lo es todavía más. Además, tras las navegaciones de noche no podemos recuperar hasta el día siguiente porque la peque sigue llevando sus horarios. Pero a pesar de todo esto, la experiencia de viajar en velero con un bebé merece mucho la pena. Los momentos en familia que vivimos son únicos, pasamos nuestros días con ella, la vemos crecer y evolucionar, la vida en velero es increíble, las vistas que tenemos y los lugares que visitamos son maravillosos y esta experiencia sin duda alguna nos está enseñando mucho a los tres.

Es importante que cada uno tengamos también nuestros momentos y nuestro espacio para nosotros porque si no uno se ahoga, y es lo que nos ocurrió durante los preparativos antes del viaje. Pero por eso sabíamos cuando salimos como teníamos que organizarnos, lo que debíamos hacer y lo que no para que funcionara. No aconsejo a nadie lanzarse a este tipo de aventura en familia sin haber probado el velero y la vida a bordo de antemano.

¿Qué esperáis de este viaje?

Esperamos que este viaje abra una nueva etapa en nuestras vidas, conlleve un nuevo modo de vida y nuevos sueños por cumplir. Ya sea con un barco o sin él, el futuro nos deparará muchas más aventuras, de eso estamos seguros.


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Desde Viajandodo agradecemos a Meritxell de The Windy Wanderers por demostrarnos la increíble experiencia de viajar en velero con un bebé. Podéis seguir todas las aventuras de viaje de esta familia a través de su Instagram: @thewindywanderers

Autora del artículo: Meritxell de @thewindywanderers (Instagram) ; Maquetación por Lourdes Pérez (mamá tick-tack de www.viajandodo.com); tanto el texto como fotos son propiedad exclusiva de la cuenta @thewindywanderers facilitadas bajo común acuerdo a Viajandodo.com con el fin de poder compartir su experiencia de viajar en velero con un bebé en nuestro blog. Queda, por tanto, prohibido cualquier uso o modificación de los mismos fuera del contenido de esta web ©.


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